sábado, 23 de abril de 2011

VIACRUCIS EN LA CIUDAD DE CARIAMANGA.

El día 22 de Abril se realizo el santo  viacrucis en la ciudad de Cariamanga en recordatorio de la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo que murió por salvarnos.
Este evento se  dio inicio desde el Barrio tierras coloradas para luego culminar en las puertas de la Iglesia Matriz, estuvo a cargo del párroco de la Parroquia Cariamanga y de los diferentes grupos católicos de nuestra localidad.

La ciudadanía de Cariamanga se dio cita a este tradicional evento que nos conlleva a la reflexión y meditación de nuestras vidas y al cambio que debemos hacer para ser mejores personas cada día, niños jóvenes y adultos con devoción acompañaron esta gran  peregrinación

A continuación el desarrollo del Santo Viacrucis  

Oraciones iníciales

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

Jesucristo, mi Dios y mi Salvador: yo me arrepiento de corazón de todos los pecados que he cometido, porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar. Confió en que me perdonarás mis culpas y me llevarás a la vida eterna, porque eres bueno. Amén.

Ofrecimiento

Señor mío Jesucristo que nos invitas a tomar la Cruz y seguirte, caminando tú delante para darnos ejemplo: danos tu luz y tu gracia al meditar en este Vía Crucis tus pasos para saber y querer seguirte. Madre Dolorosa: inspíranos los sentimientos de amor con que acompañaste en este camino de amargura a tu Divino Hijo. Amén.
Al principio de cada estación se dice:
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo.
Y a mí, pecador. Amén.
Después de cada estación se dice:
Señor, pequé, ten misericordia de mí.
Pecamos y nos pesa; ten misericordia de nosotros que por nosotros padeciste.
Se añade a cada estación:
Un Padre nuestro, un Dios te salve María y un Gloria al Padre
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Vía Crucis: El camino de Jesús

1ª estación. JESÚS EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS
“Salió entonces y se dirigió, como de costumbre, al monte de los olivos. Pero lo siguieron también los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo: Pedid para no ceder en la prueba. El se arrancó de ellos, alejándose como un tiro de piedra.  Se puso a orar de rodillas diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz de amargura. Sin embargo, que no se realice mi designio, sino el tuyo.
Se le apareció un ángel del cielo, que lo animaba. Al entrarle la angustia, se puso a orar con más insistencia. Le chorreaba hasta el suelo un sudor parecido a goterones de sangre. Levantándose de la oración fue a donde estaban los discípulos. Los encontró dormidos por la pena, y les dijo: -¡Con que durmiendo! Levantaos y pedid no ceder en la prueba”
Reflexión: A la hora de la prueba tú también tendrás que retirarte a tu Getsemaní. A encontrarte con Dios en el trato íntimo de la oración. Comprobarás cómo aún en esos momentos se puede seguir confiando en El. Y si te resta aún coraje para animar a los que te acompañan a superar su propia prueba..., mejor. Recuerda siempre lo que nos escribió Pablo: “Como hijos queridos de Dios, procurad pareceros a Él y vivir en amor mutuo” (Ef 5,11).

2ª estación. JESÚS TRAICIONADO POR JUDAS Y ES ARRESTADO


Lectura: (Lc 22,47-48)
“Aún estaba hablando cuando apareció gente. El llamado Judas, uno de los Doce, iba en cabeza y se acercó a besar a Jesús. Jesús le dijo: ¿Judas con un beso entregas al Hijo del Hombre?

Reflexión: Cuenta tú también con la traición hasta de quien sólo tenga motivos para estarte agradecido. De modo que, cuando suceda una cosa así, no te pille desprevenido y sepas estar a la altura de un discípulo mío. Y ten cuidado de no ser discípulo de Judas.

3ª estación. JESÚS ES CONDENADO POR EL SANEDRÍN
Lectura: (Mt 26, 57-67)
Los que detuvieron a Jesús lo condujeron a casa de Caifás el sumo sacerdote, donde se habían reunido los letrados y los senadores.

Pedro lo fue siguiendo de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote, entró dentro y se sentó con los guardias para ver en qué paraba aquello. Los sumos sacerdotes y el consejo en pleno buscaban un falso testimonio para condenarlo a muerte, pero no lo encontraban a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente comparecieron dos que declararon: Este ha dicho que puede derribar el santuario de Dios y reconstruirlo en tres días.

El sumo sacerdote se puso en pie y le preguntó: ¿No tienes nada que responder? ¿Qué significan estos cargos en contra tuya? Jesús siguió callado. El sumo sacerdote le dijo entonces: Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios. Jesús le respondió: Tú lo has dicho. Pero además os digo esto: Desde ahora vais a ver cómo este Hombre toma asiento a la derecha del Todopoderoso y cómo viene sobre las nubes del cielo.

El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras diciendo: Ha blasfemado, ¿qué falta hacen más testigos? Acabáis de oír la blasfemia, ¿qué decís? Contestaron ellos: Pena de muerte.”
Reflexión: ¡Cuántas veces hemos sido acusados por los demás injustamente! ¡Cuántas veces hemos nosotros acusado a otros injustamente! Acusaciones, juicios, críticas, maledicencias... todo un rosario de insensateces con el que humillar al otro, y todo para salvaguardar nuestra imagen y nuestro orgullo... ¡pobres de nosotros! ¿Quién nos librará de esta “carne de muerte”?...

4ª estación. JESÚS ES NEGADO POR PEDRO
Lectura: (Mt 26,69-75)

Pedro, entretanto, estaba sentado fuera en el patio; y una criada se acercó a él y le dijo: «También tú estabas con Jesús el Galileo.» Pero él lo negó delante de todos: «No sé qué dices.» Cuando salía al portal, le vio otra criada y dijo a los que estaban allí: «Este estaba con Jesús el Nazareno.» Y de nuevo lo negó con juramento: «¡Yo no conozco a ese hombre!» Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: «¡Ciertamente, tú también eres de ellos, pues además tu misma habla te descubre! Entonces él se puso a echar imprecaciones y a jurar: «¡Yo no conozco a ese hombre!» Inmediatamente cantó un gallo. Y Pedro se acordó de aquello que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces.» Y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente.

Reflexión: ¿Alguna vez te ha traicionado tu mejor amigo? ¿Cómo has reaccionado? Quizás tú, como Pedro, has negado y renegado de algún familiar, de algún amigo. Lo importante es reconocerse débil, pecador. Y desde ahí, mirar como Pedro, con los ojos llenos de lágrimas, el rostro del Señor, el rostro del hermano, y sentir en nuestro corazón el deseo de reconstruir la fraternidad, la amistad, la fidelidad.

5ª estación. JESÚS ES JUZGADO POR PILATOS

Lectura: (Lc 23, 1)
Y levantándose todos ellos, le llevaron ante Pilatos. Comenzaron a acusarle diciendo: «Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey.» Pilatos le preguntó: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» Él le respondió: «Sí, tú lo dices.»


Y todo el pueblo se puso a gritar quita de en medio a este  y suéltanos a Barrabás.
Pilatos dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: «Ningún delito encuentro en este hombre.»
Mas ellos gritaron a grandes voces: ¡Crucifícalo, Crucifícalo! Y Pilato dio libertad a Barrabás, y en cambio a Jesús lo entrego a los judíos para que lo crucificaran.
Pilatos se lavó las manos diciendo: “Inocente soy yo de la sangre de este justo”. Y les dejo libre a barrabas y a Jesús después de hacerlo azotar, se lo entrego para que lo crucificaran.
Reflexión: ¡Juzgar! ¡Qué tendencia tenemos los seres humanos a meternos en las conductas ajenas! Deberíamos aprender del juicio de Jesús: falsas acusaciones, juicios equivocados sobre su conducta, y Pilatos confundiéndose también en su juicio. Sí, podemos destruir una vida por juzgar las intenciones que sólo Dios conoce, y tendremos que recordar las palabras de Jesús: “No juzguéis y no os juzgarán, sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”.

6ª estación. JESÚS ES FLAGELADO Y CORONADO DE ESPINAS

Entonces los soldados llevaron a Jesús y reunieron alrededor a todo el batallón. Le quitaron sus vestidos y le pusieron un manto de burlas, y tejiendo una corona de espinas se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha le pusieron una caña. Después doblaban la rodilla ante El y le asian burla diciendo: “Salve Rey de los judíos”.


Y le escupían y le quitaban la caña para golpearle en la cabeza. Y después de advérsele burlado de Él, le quitaron el manto de burlas y le colocaron sus vestidos y lo llevaron para crucificarlo.

Reflexión: Rey de los judíos, sí, a pesar de todo Rey, el mejor Rey, el único al que se le puede servir, porque Él nos ha servido antes.
Despojado de todo, así nos quieres tú Señor, despojados de nuestros orgullos, de nuestra imagen, de nuestras seguridades, de todo que nos impide servirte a ti y a los demás.
7ª estación JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS
Tened los mismos sentimientos que tubo Cristo Jesús, el cual a pesar de su condición divina no quiso insistir en  pedir los honores de su condición de Dios, y tomó la naturaleza de esclavo.
Y presentándose como uno de tantos, se humillo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó, y le dio un nombre que está sobre todo otro nombre.
Reflexión: Nos quejamos de las cruces que nos han caído encima: la cruz de la familia, la de los que nos critican despiadadamente, la cruz de no poder realizarnos como quisiéramos, la cruz de nuestras debilidades, la de una enfermedad... Pero te miramos a ti, Señor, y tu Cruz nos anima a llevar nuestras cruces, con esperanza, con humildad, con agradecimiento, porque esas cruces son instrumento de salvación. Ayúdanos Señor, a ayudar a llevar las cruces de los demás y a no ser una cruz para nadie.


8ª estación. JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRINEO A LLEVAR LA CRUZ

Lectura: (Lc 23,26)
“Mientras le conducían, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevase detrás de Jesús”.

Reflexión: Ser solidario es una manera de vivir. Es vivir despierto, atento, a todos los que pasan a nuestro lado soportando pesadas cruces, y dejar que surja de nuestro interior la compasión, ese sentimiento de querer ayudar, cueste lo que cueste... ¿Cuándo Señor, me darás un corazón misericordioso como el tuyo?



9ª estación. JESÚS SE ENCUENTRA CON  LAS MUJERES DE JERUSALÉN

Lectura: (Lc 23, 27-31)

“Lo seguía un gran gentío del pueblo y muchas mujeres que se golpeaban el pecho y gritaban lamentándose por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: Mujeres de Jerusalén, no lloréis por mí. Llorad mejor por vosotras y por vuestros hijos, porque, mirad que van a llegar días en que digan: “Dichosas las estériles, los vientres que no han parido y los pechos que no han criado”. Entonces pedirán a los montes: “Desplomaos sobre nosotros” y a las colinas: “Sepultadnos”.
Porque si con el leño verde hacen esto, con el seco, ¿qué irá a pasar?”.



Reflexión: Benditas mujeres que supisteis lamentaros por Jesús. Benditas madres de familia que sabéis lo que es amar en silencio, soportando, cediendo, favoreciendo, dando y entregándolo todo. Benditas mujeres de todos los tiempos que os habéis conmovido con el sufrimiento de los demás y habéis alargado la mano para ayudar.
Benditas y benditos cuando sepáis sacar fuerzas de vosotros mismos y seáis capaces de dar ánimos a otros.

10ª estación. JESÚS ES CRUCIFICADO



Lectura: (Mc. 15, 22-
“Condujeron a Jesús al Gólgota (que significa “La Calavera”) y le ofrecieron vino con mirra, pero él no lo tomó. Lo crucificaron y se repartieron su ropa, echándola a suertes para ver lo que se llevaba cada uno.
Jesús decía: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”
El pueblo estaba mirando y los magistrados asían muecas diciendo: “ ¿ A otros salvo? Que se salve así mismo, si es el Cristo de Dios”. Y también los soldados se burlaban de él.





Jesús decía: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado”. Luego dijo: Tengo sed”. Y un soldado empapando una esponja en vinagre se le acerco y Jesús tomo el vinagre.
Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero estaba escrita la causa de su condena: el Rey de los Judíos.
Reflexión: El dolor, la enfermedad, el fracaso, la muerte... Realidades por las que tarde o temprano todos tendremos que pasar, porque forman parte de la vida. Cristo en la cruz nos invita a no amarrarnos a nada ni a nadie, Cristo en la cruz nos invita a darlo todo, sin quedarnos nada, porque en eso consiste la vida, la verdadera. Y así, cuando nuestra hora llegue, podremos depositar lo que nos quede de vida en las manos del Padre, sin desesperación, con confianza.

11ª estación. JESÚS PROMETE SU REINO AL BUEN LADRÓN
Lectura: (Lc 23, 39-43)
Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y el otro a la izquierda”. “Uno de los malhechores crucificados lo escarnecía diciendo: “¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.” Pero el otro le increpó: “¿Ni siquiera tú, sufriendo la misma pena, tienes temor de Dios? Y la nuestra es justa. Nos dan lo merecido. En cambio, éste no ha hecho nada malo.” Y añadió: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”.
Jesús le dijo: “Yo te aseguro: Hoy estarás conmigo en el paraíso”



Reflexión: Acuérdate de mí, tú, rey despojado de todo, hasta de la propia vida... Acuérdate de mí, Señor mío y Dios mío. Acuérdate de mí, aunque yo me olvide de ti, no me abandones nunca, Señor. Te lo pido confiado, de rodillas ante ese gesto soberano tuyo de brazos abiertos.

12ª estación. JESÚS EN LA CRUZ, SU MADRE Y EL DISCÍPULO
Lectura: (Jn 19, 25-28)
“Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, la hermana de su madre María de Cleofás y María Magdalena. Al ver a su madre y a su lado al discípulo preferido, dijo Jesús: “Mujer, ahí tienes a tu hijo.” Y luego dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre.” Desde entonces el discípulo la tuvo en su casa”.
Reflexión: Por si te quedaba algo que entregarnos Señor, nos entregas también a tu madre. Y nosotros la recibimos, y lo hacemos en comunidad. Ella nuestra madre, y nosotros como hermanos. Así nos quieres Tú, Señor, este es tu testamento. De tu costado junto con la sangre y el agua brota la Iglesia. Y siempre recordaremos este momento sublime en el que nos diste a tu madre porque ya nunca seremos huérfanos.

13ª estación. JESÚS MUERE EN LA CRUZ
Lectura: (Mc 15, 33-38)
Viendo Jesús que todo estaba cumplido, para que se cumpliera la escritura dijo. “Todo está consumado”
Era cerca de medio día cuando lo crucificaron. Y desde esa hora hasta las tres de la tarde, la oscuridad cubrió la tierra. Y Jesús dando un fuerte grito dijo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. E inclinando la cabeza expiró.
El capitán y los guardias que estaban con Él, al ver el terremoto y lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: “Verdaderamente este era hijo de Dios”. “Ciertamente este hombre era un santo”
Reflexión: Quisiera que ese grito resonase en mi cabeza Señor.
Quisiera acabar de comprender y aceptar lo que significa la
Encarnación: el que te hayas solidarizado tanto con nosotros que has querido pasar hasta por la muerte. Te has dejado alcanzar por la muerte, has querido probar su amargo sabor, sólo porque me quieres, sólo para hacerme comprender que no hay más amor que dar la vida por los amigos. Señor, mi amigo, mi hermano, mi Dios...
Guardo silencio y con mis entrañas te grito, gracias Señor, gracias.

14ª Estación. JESÚS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO
Lectura: (Mc 15, 42-47)
“Ya había caído la tarde (es que era día de preparativos, es decir, víspera de sábado) cuando José de Aritmatea distinguido consejero que aguardaba él también el reino de Dios, armándose de valor, se presentó a Pilatos y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilatos se extrañó de que ya hubiera muerto. Llamó al capitán y le preguntó si hacía mucho que había muerto. Informado por el capitán, concedió el cadáver a José. Este compró una sábana y, descolgando a Jesús, lo envolvió en la sábana, lo puso en el sepulcro excavado en la roca y rodó una losa contra la entrada del sepulcro”.
Reflexión: Esta no es la última estación del Vía crucis. La vía de la cruz, el camino de la vida, no acabará en el sepulcro. La losa no puede hacer enmudecer el canto de la vida, porque Él es: la resurrección y la vida. Y a esa vida yo me uno ya aquí, ahora. Yo quiero Señor, ser tu discípulo y seguirte hasta el fin.
Oración final:
(Todos)
AL DIOS DE LA HISTORIA,
QUE ES PADRE, HIJO Y ESPÍRITU, ALABANZA;
AL QUE EN CRUZ DEVUELVE
LA ESPERANZA DE TODA SALVACIÓN,
HONOR Y GLORIA.
AMEN.